29 de noviembre de 2020 a las 02:21 AM
1/13 «Crónica de una muerte anunciada»
Soy médica de familia de un centro de salud de Parla. Este CS lleva precarizado mucho tiempo, pero ha colapsado tras la covid. Durante la primera ola no hubo quejas (de población ni de profesionales), echamos horas, lágrimas y punto.
2/13 Durante el verano nuestra situación empeoró, llegando a estar 1/3 de la plantilla médica. Tampoco hubo refuerzo de administrativxs ni enfermería. Denunciamos esto a la dirección asistencial, la gerencia y enviamos un escrito al juzgado
3/13 Explicando que estábamos agotadas física y anímicamente, que no dábamos abasto a la demanda, que en estas circunstancias era probable cometer errores, que quedaban citas telefónicas sin responder a diario (hasta 200 o más).
4/13 Por respuesta recibimos un «todos los centros están así», se desviaron algunas llamadas a otros CS y los únicos «refuerzos» in situ fueron médicxs sin especialidad y un especialista que enviaron a otro centro en cuanto nuestra situación «mejoró» (éramos más de la mitad)
5/13 El estado personal y profesional del equipo debió de parecerles algo insignificante que tan sólo merecía una respuesta vacía pero políticamente correcta. Pero yo ya he hecho el duelo de no interesar a lxs responsables y aún menos a la esfera política sanitaria.
6/13 Así que pasemos a lo importante: la gente. Porque en Parla hay al menos 30.000 personas que han perdido el derecho a la atención primaria y de esto no se habla (porque no se sabe, porque a nadie le interesa la calidad del trabajo que se realiza dentro, sólo que esté abierto)
7/13 No tienen atención primaria menores, mayores, inmovilizadxs, pacientes crónicos. Nadie. Si tienen suerte su enfermera les hará seguimiento. Si precisa atención médica les atenderá alguien desconocido que no sepa de su historia y que no tenga tiempo para atenderles bien.
8/13 Me pregunto si el hecho de que 30.000 personas se hayan quedado sin atención primaria sigue siendo insignificante y sólo merecedor de una respuesta vacía pero políticamente correcta.
9/13 Hace poco atendí una de tantas llamadas de un paciente desconocido para mí. Al otro lado del hilo me respondió una voz temblorosa «pero si mi marido murió la semana pasada». Y a mí me tragó la tierra. Habló, me contó lo sucedido, su situación familiar…
10/13 …lloró. Yo escuché. No tenía palabras con las que acompañar a esta mujer desconocida destrozada al otro lado del teléfono. Finalmente nos despedimos. Colgué. Seguí con las llamadas. Me invadían pensamientos intrusos, pero los bloqueaba. No he vuelto a saber de ella.
11/13 Esta noche ya no puedo distraer más a esos pensamientos intrusos. ¿Y si no hubiéramos tenido 2 semanas de demora en cita telefónica? ¿Y si además le hubiera atendido su médica? Igual nada habría cambiado lo sucedido… O sí…
12/13 Y yo me pregunto si este hombre y esta mujer siguen siendo hechos insignificantes que no merecen más que una respuesta vacía pero políticamente correcta.
13/13 Y también me pregunto a cuánta gente estamos dejando desatendida en mayor o menor medida. Y si alguien algún día le dará la importancia que merece lo que está ocurriendo o se dejará morir a la atención primaria y por tanto a la gente.